La novena de Nuestra Señora de la Gracia
Rezar la novena de Nuestra Señora de la Gracia y obtener innumerables bendiciones. La manera correcta de rezar es:1er Acto de Contrición
Oración
Mi Señor Jesucristo, verdadero Dios y Hombre, mi Creador y Redentor, porque eres tú, extremadamente bueno y digno de ser amado sobre todas las cosas, y porque te amo y te quiero, Señor, me agobia por haberte ofendido y me agobia a mí también por haber perdido el Cielo y merecido el infierno.Propongo firmemente, con la ayuda de tu divina gracia y por la poderosa intercesión de tu Santísima Madre, enmendarme y no volver a ofenderte jamás. Espero obtener el perdón de mi culpa, por tu infinita misericordia. Que así sea.
2ª Meditación de la palabra del día
Meditaciones de cada día
Día 1 - Primera aparición de Nuestra Señora de las Gracias
Contemplemos a la Virgen Inmaculada en su primera aparición a Santa Catalina Labouré. La piadosa novicia, guiada por su ángel de la guarda, es presentada a la Inmaculada. Consideremos su inefable alegría. También seremos tan felices como Santa Catalina si trabajamos ardientemente en nuestra santificación. Disfrutaremos de los deleites del paraíso si nos privamos de los placeres terrenales.Día 2 - Lágrimas de María Santísima
Contemplemos a María llorando por las calamidades que vendrían sobre el mundo, pensando que el corazón de su Hijo sería ultrajado en la cruz, burlado, y sus hijos amados perseguidos. Confiemos en la Virgen compasiva y compartamos también el fruto de sus lágrimas.Día 3 - Protección de la Santa Madre de Jesús
Contemplemos a Nuestra Inmaculada Madre, diciendo en sus apariciones a Santa Catalina: "Yo mismo estaré con vosotros: no os pierdo de vista y os daré abundantes gracias". Sé para mí, Virgen Inmaculada, el escudo y la defensa en todas las necesidades.Día 4 - Segunda Aparición de Nuestra Señora de las Gracias
Cuando Santa Catalina Labouré estaba en oración, el 27 de noviembre de 1830, la Virgen María se le apareció, muy hermosa, aplastando la cabeza de la serpiente infernal. En esta aparición, vemos su inmenso deseo de protegernos siempre contra el enemigo de nuestra salvación. Invocemos a la Madre Inmaculada con confianza y amor.Día 5 - Las manos de María
Contemplemos, hoy, a María desprendiéndose de sus manos los rayos del rayo. "Estos rayos, dijo, son la figura de las gracias que derramo sobre todos los que las piden y sobre los que llevan mi medalla con fe. No malgastemos tantas gracias! Oremos con fervor, humildad y perseverancia, porque María Inmaculada nos alcanzará.Día 6 - Tercera aparición
Contemplemos a María apareciéndose a Santa Catalina, radiante de luz, llena de bondad, rodeada de estrellas, teniendo una medalla acuñada y prometiendo muchas gracias a todos los que la traen con devoción y amor. Guardemos la Santa Medalla con fervor, porque nos protegerá de los peligros como un escudo.Día 7 - Oración
Oh Virgen Milagrosa, Reina Inmaculada, sé mi abogada, mi refugio y asilo en esta tierra, mi consuelo en las penas y aflicciones, mi fortaleza y mi abogado en la hora de la muerte.Día 8 - Oración
Oh Virgen Inmaculada de la Medalla Milagrosa, haz que esos rayos luminosos que irradian de tus manos virginales iluminen mi inteligencia para conocer mejor el bien y quemar mi corazón, viviendo sentimientos de fe, esperanza y caridad.Día 9 - Oración
Oh Madre Inmaculada, que la cruz de tu Medalla brille siempre ante mis ojos, que suavice los dolores de la vida presente y me lleve a la vida eterna.3ª Oración a Nuestra Señora de las Gracias - Orar todos los días después de la meditación
Oh Virgen Inmaculada, Madre de Dios y Madre nuestra, al contemplarte con los brazos abiertos, derramando gracias sobre aquellos que te piden, llenos de confianza en tu poderosa intercesión, manifestada innumerables veces por la Medalla Milagrosa, reconociendo nuestra indignidad por nuestras innumerables faltas, nos acercamos a tus pies para exponer, durante esta oración, nuestras necesidades más apremiantes (momento de silencio y de pedir la gracia que deseamos).Concede, pues, oh Virgen de la Medalla Milagrosa, este favor que confiadamente te pedimos, para mayor gloria de Dios, la magnificación de tu nombre y el bien de nuestras almas. Y para servir mejor a tu Divino Hijo, inspíranos con un profundo odio al pecado y danos el valor de afirmarnos como verdaderos cristianos. Amén.
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